Quizá sea La Tempestad la más lograda de las creaciones de Shakespeare; aunque por cierto, por su despliegue, no la más representada. En ella, el bardo inglés consiguió completar su gran obra y alcanzó las más altas cimas del lirismo poético. Esta tragicomedia refleja en su desenlace los beneficiosos efectos de la alianza entre la sabiduría y el poder. En esta obra, Próspero, duque de Milán, expulsado de su reino por su hermano y condenado al exilio en una lejana isla, utiliza sus poderes mágicos para confundir al usurpador de su ducado y crear una relación de amor entre su propia hija, Miranda, y el hijo del rey de Nápoles, cómplice del golpe de Estado. Se ha visto, además, como una suerte de testamento poético de la última gran obra de Shakesperare.