Para Erasmo, lo irracional era imprescindible, ya se tratara de ilusión, amor, un ideal o la codicia. Resistido por las autoridades eclesiásticas de su época, sus ideas arraigaron entre sus contemporáneos, habituados a dejarse vencer por las debilidades, las pasiones y las contradicciones, y sentaron las bases del humanismo del siglo XVI. Elogio de la locura es la primera obra dentro de la literatura europea que plantea la separación entre inteligencia y visión eclesiástica del mundo. En la actualidad, continúa leyéndose en virtud de su agudo ataque a la ignorancia, las preocupaciones mundanas y la falta de auténticos sentimientos cristianos de algunos clérigos.