Jorge Luis Borges se refería a Vidas imaginarias como un libro a la vez influyente y portador de una idea asombrosa: que la biografía puede mezclar en partes desiguales los datos verdaderos y la ficción, que para acceder a una persona son tan válidos el conocimiento como la imaginación. Al inventarle historias a personajes célebres como el pintor Paolo Uccello, la princesa Pocahontas o el filósofo romano Lucrecio, entre veintidós seres que habitan sus páginas delicadamente trabajadas, Schwob logró la hazaña de llevar a su punto más alto e irrepetible, un género que él mismo se encargó de crear. Y se ocupó, a través de la elección de las palabras y de la invención de los episodios, de entregarnos una obra que es imprescindible simplemente por el placer que produce leerla y releerla.